Ya no hay habitaciones tan grandes como la de Fernán Gómez

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David Trueba, en el prólogo de la reedición de Tiempo amarillo, resalta que Fernando Fernán Gómez, a pesar de su enorme talento multifacético, no ha sido plenamente apreciado en España. Trueba argumenta que, en el país, a menudo se penaliza a aquellos que destacan en varias disciplinas, limitando a los artistas a un solo rol. Aunque Fernán Gómez brilló como actor, sus trabajos como director, como en El extraño viaje, Ninette y un murciano, y El viaje a ninguna parte, fueron menospreciados, a pesar de que se les reconozca ahora como significativas contribuciones al cine español.

Su carrera como dramaturgo también fue subestimada, a pesar de que su obra Las bicicletas son para el verano es un pilar del teatro español. Como escritor, su libro Tiempo amarillo se considera una obra maestra de la autobiografía del siglo XX, pero tampoco recibió el reconocimiento merecido en vida. Tras su fallecimiento, la percepción sobre su legado ha cambiado, y hoy en día, el aspecto menos valorado parece ser su carrera como actor, que antes se consideraba su mayor logro. Trueba sugiere que la complejidad del artista ha sido eclipsada por su famosa interpretación actoral, lo que nos lleva a replantear su verdadero impacto en la cultura española.


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