Seis pautas para mantener tu cerebro joven (y envejecer mejor)
El interés por la longevidad suele centrarse más en la calidad de vida que en la cantidad de años. La mayoría prefiere una vida más corta pero plena, manteniendo la capacidad para pensar, recordar y relacionarse en la etapa final. Aunque existen numerosos suplementos en farmacias y tiendas naturistas que prometen mejorar la salud cognitiva y emocional, muchos carecen de respaldo científico en su eficacia.
Desde un enfoque histórico, Jeanne Louise Calment, la persona más longeva verificada, vivió 122 años. Sin embargo, un grupo de investigadores rusos, encabezados por Nikolai Zak, sostiene que este récord podría ser falso, argumentando que Calment habría muerto a los 99 años y que su hija Yvonne asumió su identidad para eludir impuestos. Esta teoría ha generado controversia y debate en la comunidad científica sobre la validez de los registros de longevidad.
Por otro lado, el hombre más viejo registrado fue el japonés Jirōemon Kimura, quien vivió hasta los 116 años, una diferencia de casi seis años con la marca femenina. Estos casos resaltan no solo la fascinación por la longevidad, sino también la complejidad de los registros históricos y la importancia de la salud mental y física en la vejez. A través de estas narrativas, se nos recuerda que, más allá de los años vividos, la calidad de esos años es lo que realmente importa.