No es lo mismo para restaurar la Macarena en cuanto a la Mona Lisa | Hoy en el país: su podcast diario

Un restaurador comparte los diferentes enfoques que se aplican a la intervención en obras de arte destinadas a exhibición y aquellas de adoración. La restauración de obras de exhibición suele centrarse en la preservación estética, buscando mantener la integridad visual y el impacto del objeto, mientras que las obras de adoración pueden tener un enfoque más espiritual y cultural. En estas últimas, la restauración debe tener en cuenta su significado para la comunidad y la relevancia ritual, lo que puede influir en las decisiones de conservación.
El restaurador también destaca la importancia de contextualizar cada obra dentro de su historia y función original. Esto incluye la evaluación del material, la técnica y el estado actual, así como la consultación con expertos y las partes interesadas. Dentro de este proceso, hay un deseo de lograr un equilibrio entre la intervención necesaria y la preservación de la originalidad del objeto.
Ambos tipos de restauración requieren una combinación de habilidades técnicas y sensibilidad hacia el significado intrínseco de las obras, reconociendo que tanto su valor estético como su rasgo cultural son esenciales. En resumen, la restauración es un diálogo entre el pasado y el presente, donde se busca no solo conservar, sino también honrar la historia y el propósito de cada obra en su contexto respectivo.