La 2, una cadena imprescindible para una (no tan) inmensa minoría
Hace unos años, el programa de televisión Milenio se convirtió en un espacio apreciado para el debate y la reflexión sobre asuntos actuales y de interés humano. Presentado por Ramón Colom, ofrecía un formato sencillo: cuatro personas conversando sobre temas variados, sin recurrir a efectos especiales o gráficos llamativos. Durante más de cien episodios, expertos en diferentes campos se unieron a las discusiones, abordando temas tan diversos como la religión, la tecnología y la risa, siempre en un ambiente de conocimiento y calma.
El autor fue un fiel espectador del programa hasta que, de repente, dejó de emitirse sin aviso. Al buscar información, descubrió que el show estaba pendiente de renovación. Aunque reconoce que no es una persona activa en movilizaciones, se siente nostálgico y frustrado por la desaparición de un formato que valoraba. Su comentario sobre la falta de acción puede parecer trivial —como cuando se quejó de la eliminación de un helado de su heladería favorita—, pero resalta un cambio en la forma en que se protesta. Antes, para expresar descontento había que enviar cartas físicas, un proceso que requería más esfuerzo y, por ende, generaba un impacto emocional más fuerte. En la actualidad, con el acceso inmediato a la comunicación digital, la indignación puede perder su fuerza ante la facilidad del desahogo inmediato. A pesar de su falta de movilización, queda un vacío por la falta de un programa que fomentaba la interacción intelectual.