El prestigio y la promoción de la Expo Amambay en la era digital

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La Expo Amambay, desde su fundación en 1996, se ha consolidado como el evento más importante del norte y nordeste del país. Durante casi tres décadas, ha sido el escaparate fundamental para exhibir el potencial de la región en producción ganadera, agrícola, industrial, comercial y de servicios, generando noticias de relevancia a nivel nacional. La seriedad, el prestigio y la tradición han sido los pilares que cimentaron su éxito.
Ahora, en la era de la hiperconectividad, surge una decisión que, aunque comprensible en su búsqueda de alcance, merece un análisis crítico: poner la promoción central de este evento en manos de dos personas a quienes las identifican como influencer (persona que tiene autoridad, credibilidad o una relación cercana con una audiencia en un nicho específico), pero sin la formación periodística necesaria para promover e informar sobre determinados eventos
Es innegable que los influencers son figuras exitosas con un poder de convocatoria masivo. Su capacidad para generar engagement y viralidad es una herramienta de marketing poderosa. Sin embargo, no toda plataforma es adecuada para todo mensaje. La Expo Amambay no es un festival solo de música ni un evento puramente de entretenimiento; es una feria productiva con una profunda relevancia económica y social que debe ser dada a conocer con la técnica y la seriedad adecuada, no apenas desde el punto de vista farandulero.
La promoción de un evento de esta magnitud requiere una difusión seria, responsable y con criterio periodístico profesional. Los medios de prensa tradicionales —en todas sus modalidades— cumplen un papel fundamental, no solo en la difusión de horarios y espectáculos, sino en dar el protagonismo que merecen los expositores, destacando la innovación, la inversión y el impacto sectorial.
Convertir la cobertura o la promoción principal en un acto jocoso o de entretenimiento ligero, propio de las redes sociales, corre el riesgo de trivializar y desdibujar los 28 años de prestigio y tradición de la Expo. El éxito de un influencer en hacer reír no lo califica automáticamente para realizar una cobertura que debe ser, ante todo, puramente periodística y técnica.

Si bien la ARP (Asociación Rural del Paraguay) tendrá sus razones estratégicas para esta decisión, es una estrategia altamente criticable. La Expo Amambay no puede ser tomada en broma o como un chiste. Merece el respeto y la difusión seria que corresponde a un pilar de la economía regional. El desafío es utilizar las nuevas herramientas digitales para amplificar el mensaje, sí, pero sin sacrificar la credibilidad y la sustancia en aras de una risa fácil. El fin es mostrar la grandeza productiva, no el humor viral.


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