El asesinato de Charlie Kirk coloca a los Estados Unidos ante el espejo de su fractura

En su discurso inaugural de 1861, Abraham Lincoln, uno de los más grandes oradores de la historia estadounidense, hizo un llamado a la reconciliación nacional. Utilizó la evocadora metáfora de «las cuerdas místicas de la memoria», sugiriendo que los lazos que unían a los ciudadanos podrían volver a resonar si se invocaban los mejores aspectos de la naturaleza humana. Sin embargo, este anhelo de unidad se vio interrumpido cinco semanas después con el estallido de la guerra de la secesión. La nación se sumió en un conflicto devastador, que enfrentó a sus propios hijos. A pesar de sus esfuerzos por sanar divisiones, Lincoln enfrentó un destino trágico; fue el primer presidente de Estados Unidos en ser asesinado, en 1865, comenzando una sombría lista de mandatarios caídos por violencia. Este momento histórico resalta tanto la grandeza de su visión como la fragilidad de la paz en un país dividido por profundas diferencias.