Cecilia Bobes, académico cubano, cuatro años después de la protesta del 11 de julio: «El gobierno sabe que tiene que enfrentar una sociedad que ya no soporta todo»

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Cuba ha vivido momentos críticos a lo largo de su historia, y uno de ellos fue el 11 de julio de 2021, cuando cientos de personas salieron a manifestarse en las calles en una ola de protestas. Este evento, que marca el cuarto aniversario de la insurrección, fue significativo, ya que el país enfrentaba problemas económicos similares a los de 1994, época conocida como el Maleconazo. La isla sufría de apagones prolongados y escasez de alimentos, mientras la población expresaba su descontento y deseo de irse. Sin embargo, el contexto de 2021 era diferente: existía acceso a Internet, un recurso que había sido restringido durante décadas, y la figura de Fidel Castro ya no estaba presente; en su lugar, Miguel Díaz-Canel era el líder del país.

Cecilia Bobes, académica y socióloga, señala que durante aquella jornada se registraron más de 90 movilizaciones simultáneas en diversas localidades, evidenciando un descontento generalizado. Las manifestaciones del 11 de julio destacaron por su magnitud y han tenido un impacto profundo en la sociedad cubana, marcando un cambio significativo en la manera en que la población percibe y enfrenta el sistema. Este evento se ha convertido en un símbolo de resistencia en la lucha por mejores condiciones de vida y democracia en Cuba, dejando una huella en la historia reciente del país. Las protestas de 2021 también reflejan la fragilidad del sistema político cubano y los anhelos de una población que busca transformaciones profundas en su nación.


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