Recuperar un siglo de crecimiento perdido en América Latina.

Comparte en:

Sure! Here’s a rewritten version of your content while keeping the HTML tags intact:

Durante más de cien años, el rendimiento económico de América Latina y el Caribe ha sido constantemente insatisfactorio. El informe del Banco Mundial titulado “Recuperar el siglo perdido de crecimiento: Hacia economías de aprendizaje en América Latina y el Caribe” (2025), indica que la raíz del problema no radica en los modelos de políticas económicas implementados, sino en la falta de la región para transformarse en lo que los autores denominan “economías de aprendizaje”. Este término se refiere a países que son capaces de aprender a aprender: identificar oportunidades tecnológicas, asimilarlas y utilizarlas para elevar su productividad y diversificación productiva.

El informe enfatiza que el escaso nivel de inversión en innovación es una característica estructural de la región. América Latina destina una mínima parte de su Producto Interno Bruto (PIB) a investigación y desarrollo en comparación con las economías más avanzadas. Este vacío se explica por la falta de crédito, la escasez de capital humano especializado y financiamiento de riesgo, así como por un entorno institucional que no promueve la adopción de nuevas tecnologías. En realidad, los rendimientos de la innovación comienzan a ser negativos en contextos donde faltan los elementos básicos para su correcto aprovechamiento, como la infraestructura tecnológica o la gestión empresarial eficiente.

Además, el documento del Banco Mundial incluye un indicador que mide la densidad de nuevas empresas, que se refiere a la cantidad de emprendimientos registrados por cada 1.000 personas de entre 15 y 64 años. Como se evidencia en el gráfico, algunos países de la región presentan cifras significativamente mayores: Chile con 10,82 nuevas empresas, Brasil con 5,10 y Uruguay con 3,13, mientras que Paraguay apenas alcanza 0,70, lo que resalta un notable rezago frente a sus vecinos.

Densidad de nuevas empresas en países seleccionados de la región

Lo anterior contrasta con los ecosistemas de innovación más desarrollados, como el de Estados Unidos, donde la colaboración existente entre universidades y empresas tecnológicas es fundamental para mantener el crecimiento a largo plazo.

El Banco Mundial sugiere un cambio de perspectiva: de políticas industriales tradicionales a políticas de aprendizaje productivo, enfocándose en la creación de capacidades humanas, institucionales y tecnológicas que faciliten la absorción del conocimiento. En este contexto, el desarrollo económico debe concebirse como un proceso de experimentación, donde los países deben identificar y adaptar tecnologías que aumenten su productividad. Esto requiere una coordinación cercana entre el sector público, el privado y el sistema educativo, así como la eliminación de obstáculos burocráticos que desestimulan la inversión y la innovación.

En conclusión, el crecimiento sostenible no depende únicamente de la acumulación de capital o del aumento de exportaciones, sino de la habilidad de aprender, adaptarse e innovar continuamente, ya que para recuperar el siglo perdido, es esencial que el conocimiento se convierta en el principal motor del desarrollo.


Comparte en:

Entradas Relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *