El Nobel de María Corina Machado, otra vuelta de tuerca contra Nicolás Maduro

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En esta columna se celebra el centenario de Celia Cruz, una figura emblemática y valiente de la música, cuyo legado perdura. Conocida por su inigualable voz y su pasión, Cruz se convirtió en un símbolo de resistencia tras ser exiliada de Cuba en 1960 por un régimen autoritario que le negó el retorno a su país, impidiéndole incluso despedirse de su madre. A pesar de estas adversidades, Celia mantuvo su fidelidad a su arte y a su identidad, cantando siempre en homenaje a su tierra natal.

Su famoso grito de «¡Azúcar!» se convirtió en un llamado a la alegría, inspirando a generaciones a soñar, cantar y bailar. Celia Cruz no solo dejó una huella imborrable en la música latina, sino que también encarnó la lucha por la libertad y la dignidad. Su vida y carrera son un testimonio de la capacidad del arte para trascender fronteras y unir a las personas en torno a sentimientos de esperanza y unidad. A través de su música, Celia Cruz logró conectar con el corazón de millones, convirtiéndose en un referente no solo en el mundo de la salsa, sino también en la cultura cubana y latina en general. Su legado sigue vivo y su influencia perdura en artistas actuales, recordándonos la fuerza y belleza de su canto.


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