Adiós al Buen Pastor: fe, castigo y reinserción en la historia.

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Situado en la avenida Mariscal López y Choferes del Chaco, el emblemático edificio cierra su capítulo tras 106 años de existencia, un legado forjado por la fe, la estructura y los cambios sociales en Paraguay.

Artículo de ABC Color sobre la prisión «Buen Pastor», en junio de 1991.

Inicios de la prisión femenina

Al cierre del siglo XIX, la cárcel pública de Asunción, que se encontraba detrás de la Catedral —donde actualmente están la Universidad Católica y el Colegio de la Providencia—, era el único lugar de reclusión en el país. Allí coexistían hombres, mujeres y menores, en condiciones precarias, tal como indicó el historiador Juan Marcos González.

“El Buen Pastor surgió como respuesta a una problemática significativa del Estado”, señala el historiador. “La cárcel pública era un lugar de caos, promiscuidad y abandono, con estándares de reclusión muy bajos”, argumentó.

Buen Pastor
Un documento de 1938 firmado por la Sor María del Buen Consejo Pardini, directora de la prisión «Buen Pastor», que entonces era Cárcel de mujeres y Correccional de menores.

El cambio, según Cáceres, se produjo durante el gobierno de Manuel Franco, cuando en 1917 el Estado adquirió el terreno en Mariscal López y Choferes del Chaco, una propiedad que había pertenecido a un grupo de empresarios, entre ellos el expresidente Eusebio Ayala.

Buen Pastor
Una publicación de 1939 sobre la prisión «Buen Pastor».

La llegada de las Hermanas del Buen Pastor

Según Cáceres, la historia de este penal está profundamente vinculada a la Congregación de las Hermanas de la Caridad del Buen Pastor, una orden francesa establecida en el siglo XIX. Estas religiosas arribaron a Sudamérica para trabajar con reclusas en 1874: primero en Chile, luego en Argentina, Brasil, Uruguay y finalmente en Paraguay entre 1919 y 1920.

Buen Pastor
Hermanas de la congregación del «Buen Pastor», quienes custodiaron durante varias décadas la prisión femenina en Asunción.

Era una institución guiada por la fe y la disciplina, en un contexto social profundamente católico, relató Cáceres. “Es esencial entender el entorno de la época, principios del siglo XX, el papel de la mujer, lo que se consideraba moral, y la influencia de la Iglesia en todo”, comentó.

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Mapa publicado en 1923 de los lugares supervisados por la congregación del «Buen Pastor» en Sudamérica.

Un lugar de rehabilitación, refugio y moralidad

En sus inicios, el Buen Pastor no solo albergaba a presas condenadas, sino que también funcionaba como correccional para menores y asilo temporal.

En 1938, el penal contaba con 59 reclusas, de las cuales solo 15 estaban sentenciadas. “Siempre hubo un alto porcentaje de detenidas preventivas en comparación con las condenadas”, observó el historiador.

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Una publicación histórica sobre la prisión «Buen Pastor».

De la supervisión religiosa al control estatal

El “dominio” de las Hermanas del Buen Pastor sobre el penal se extendió hasta la década de 1970. A partir de ese momento, en el contexto de los regímenes dictatoriales en la región, el Estado tomó el control de la cárcel.

“La reinserción social, que se había delegado a la Iglesia, acabó siendo recuperada por el Estado. El contexto político fue crucial; las religiosas pasaron de lidiar con delitos comunes a encarcelar prisioneras políticas”, aclara González.

No se sabe si la congregación se retiró del país de manera definitiva o si simplemente cedió la administración del penal.

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Camas dentro de la prisión «Buen Pastor».

De cárcel modelo a un espacio en crisis

Con el tiempo, el Buen Pastor dejó de ser el “ejemplo moral” de sus inicios, según indica el historiador. Durante la dictadura, empezaron a llegar presas políticas, y con el paso de los años, la infraestructura del edificio se volvió obsoleta.

“El lugar fue quedando desactualizado —señala González—. Se presentaron nuevas necesidades y desafíos. Creo que eso explica el traslado a un inmueble más moderno”, afirmó.

En sus últimos años, la prisión enfrentó problemas de sobrepoblación y deterioro de sus instalaciones, razones que condujeron a su cierre definitivo, según anunció el Ministerio de Justicia (MJ).

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Una publicación de 1934 sobre «ladrones de tiendas» y su relación con el penal «Buen Pastor».

Patrimonio y memoria por explorar

González sostiene que, a pesar de su clausura, el Buen Pastor tiene un valor histórico y patrimonial indiscutible.

Destacó que el edificio merece ser protegido. “El patrimonio histórico goza de protección legal. La Secretaría de Cultura debe emitir un dictamen sobre lo que debe ser resguardado”, comentó.

Agregó que el Estado ya había adquirido el inmueble con la estructura principal erigida, que —presumiblemente— podría haber sido una quinta, considerando que Villa Morra en ese entonces era una zona apartada del centro social y económico del país.

Por otro lado, el historiador aboga por un análisis más profundo sobre lo que significó el penal para la sociedad. “El Buen Pastor fue un hito en la historia social paraguaya. No ha sido estudiado a fondo y debe ser abordado con rigor, reconociendo su complejidad como lugar de reclusión y como símbolo de una era”, afirmó.

Buen Pastor
Una publicación histórica sobre la cárcel «Buen Pastor».

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