Miel para resistir la deforestación en el chaco impenetrable

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Para acceder al ecosistema del Gran Chaco, es fundamental evitar la temporada de lluvias, ya que muchas de sus carreteras se vuelven intransitables. Este bosque seco subtropical, que abarca 49 millones de hectáreas en el noroeste de Argentina, carece de señalización adecuada y de GPS. Silvia Godoy, un apicultor de la Comunidad Qom, ofrece instrucciones a una anciana sobre cómo llegar a su hogar, mencionando un hito clave: «Déjate a la izquierda, a mitad de camino hay un póster blanco, y más adelante está mi casa».

La anciana, de cabello largo y piel marrón, no utiliza traje protector al acercarse a las colmenas. Godoy asegura que las abejas son pacíficas y no atacan si no se sienten amenazadas, destacando que «no es que muerdan, simplemente defienden su hogar». Esta interacción muestra la conexión existente entre las personas y su entorno en un área remota y poco accesible, evidenciando tanto los retos de vivir en el Gran Chaco como la resiliencia de sus habitantes y su sabiduría ancestral en el manejo de recursos naturales, como la apicultura.

El Gran Chaco representa un microcosmos de vida silvestre y cultura, donde la vida cotidiana se entrelaza con un profundo respeto por el medio ambiente y por las tradiciones comunitarias. La experiencia de Silvia y su comunidad resalta la importancia de las prácticas sostenibles y del conocimiento local en el mantenimiento de este valioso ecosistema.


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