Trump contra Kimmel: cuando la censura es absoluta

La exageración en el lenguaje puede llevar a una falta de vocabulario apropiado para describir situaciones críticas. Al referirnos a eventos menores como tragedias, perdemos la capacidad de expresar el verdadero impacto de experiencias graves, como la muerte de un niño o un asesinato, utilizando términos precisos. Esta confusión temorosa entre diferentes niveles de gravedad nos deja desarmados ante realidades complejas, como enfermedades mentales severas, donde el uso de términos vagos como «tristeza» o «ansiedad» minimiza la seriedad de lo que se experimenta.
Un lenguaje preciso es crucial para abordar adecuadamente los problemas. Si los términos se diluyen en la exageración, no solo limitamos nuestra capacidad de reacción, sino que también desvirtuamos la realidad de los problemas. Por ejemplo, la violencia no puede ser comparada a una discusión menor; y las experiencias de vida difíciles deben ser calificadas de manera que reflejen su verdadero peso. Este uso adecuado del lenguaje es esencial, ya que permite aplicar soluciones adecuadas a situaciones específicas. Así, hablar con propiedad no solo enriquece el diálogo, sino que también facilita un mejor entendimiento y una respuesta más efectiva ante las tragedias de la vida. En definitiva, evitar la exageración es clave para captar la esencia de los diversos problemas que enfrentamos.