Venezuela, autoritarismo del siglo XXI

La democracia venezolana, establecida durante 40 años, cambió drásticamente en 1998 cuando Hugo Chávez, un teniente coronel que había fracasado en un golpe de estado, llegó al poder a través de elecciones. Su movimiento, que prometía una «revolución» para recuperar la República, empezó con la esperanza de transformación. Sin embargo, un cuarto de siglo después, Venezuela se ha convertido en una de las pocas dictaduras en el continente y un ejemplo preocupante de cómo una democracia puede desmoronarse desde dentro.
El proceso de erosión democrática en Venezuela ha utilizado diversas estrategias, siendo una de las más destacadas el uso del voto propio como herramienta de manipulación. A medida que el régimen de Chávez y sus sucesores consolidaron su poder, redujeron las libertades civiles, restringieron la oposición política y controlaron los medios de comunicación, desdibujando así las líneas de una democracia funcional.
Este caso sirve como advertencia de que las instituciones democráticas, aunque pueden parecer sólidas, son vulnerables si no se mantienen vigilantes. La historia reciente de Venezuela subraya la importancia de proteger la democracia frente a los intentos de autoritarismo, recordando que los mecanismos democráticos pueden ser explotados para desmantelar la misma democracia que pretenden fortalecer. La situación actual de Venezuela invita a la reflexión crítica sobre el futuro de la democracia en contextos similares, donde las promesas de cambio pueden ocultar agendas de control y opresión.