La vida de Andry Hernández después de dejar la prisión terrorista de Bukele: «Nuestros cuerpos son liberados, pero nuestras mentes todavía están allí»

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Andry Hernández Romero, un venezolano de 32 años, cumplió un mes en libertad tras ser arrestado durante cuatro meses en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en El Salvador. Su detención se produjo bajo la ley de enemigos extranjeros, acusándolo de ser miembro de la banda criminal de Aragua. Sin antecedentes penales y con una carrera de 12 años en el maquillaje profesional, su caso se volvió notable gracias al esfuerzo de su familia y amigos, quienes difundieron evidencia que lo desvinculaba de actividades ilícitas. Esta situación expuso cómo la administración Trump utilizó su cruzada antiinmigrante para despojar a cientos de extranjeros, incluido Andry, de sus derechos.

La deportación de Andry y la de más de 200 compatriotas sin antecedentes penales resaltó las políticas restrictivas hacia inmigrantes. A pesar de las acusaciones, sus allegados continúan abogando por él, enfatizando su vida artística y profesional. Tras su liberación, Andry ha regresado a Venezuela, donde se ha reintegrado a su comunidad, asistiendo a ceremonias importantes, como el matrimonio de un amigo. Su historia es un reflejo del impacto de las políticas migratorias en vidas individuales y pone de relieve las falencias del sistema en la protección de derechos humanos para inmigrantes. Su experiencia pone en evidencia la vulnerabilidad de muchos que, por su origen, se enfrentan a situaciones similares en otros países.


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