Democracia e inteligencia artificial: más preguntas que respuestas

Desde finales de los años ochenta, los indicadores sociales, políticos y económicos han mejorado globalmente. Sin embargo, este progreso contrasta con un creciente desencanto hacia la democracia, marcado por un aumento en la polarización y el auge de regímenes autocráticos. A pesar de los avances, la confianza en la democracia se ha debilitado, reflejando una aparente contradicción: mientras que las condiciones de vida y la estabilidad han mejorado, las percepciones y actitudes hacia el sistema democrático han cambiado de manera negativa. Este dilema invita a reflexionar sobre la relación entre el bienestar material y la satisfacción con la democracia, sugiriendo que, a pesar de las mejoras tangibles, las expectativas y experiencias de las personas respecto a la representación y la participación se han vuelto cada vez más críticas.